martes, 13 de diciembre de 2011

Uno los Dos (versión corregida)

Uno los dos
Se encontraba atrapado en una fosa de látex y circuitos electrónicos. Con el amanecer deseaba el crepúsculo, y una vez la luna iluminaba aquel abismo con el fantasma de lo que alguna vez fue, intentaba apoderarse de esas pocas horas de inconsciencia para luego olvidarlo todo, haciendo honor a las llamadas “tradiciones” de la época. Las responsabilidades de antaño eran la serie de bostezos del hoy, y la carcajada del presente la vergüenza del ayer. Quién era, sino aquel que pudiendo tener oro, prefirió diamantes de plástico. El era uno más, un título al que criticaba, mas poseía con honores. No sería de importancia si no hubiera tenido millones de gemelos, diferentes de apariencia, maestros del engaño, pero gemelos al fin, que hubieran seguido sus mismos pasos. Él era “La Juventud De Hoy En Día”, diría un veterano, “La Barbarie”, suspiraría Sarmiento, “Lo Que Nunca Quisiera Ser”, pensaría usted.
Lamento decirle que si bien no es regla general, es frecuente que aquello que rechazamos termine en nuestro regazo siendo aceptado, o tolerado en última instancia. “Lo Que Nunca Quisiera Ser” puede ser su autobiografía si no tiene cuidado, o aún peor, su biografía escrita por otro. Y el problema se encuentra en que dedicamos mucho de nuestro cada vez más escaso tiempo a pensar en aquello a lo que uno quiere evitar parecerse, y damos tantas vueltas a ese círculo invisible que tememos empezar a ver, que, a la hora de la verdad, o nos encontramos vacíos, o nos hemos convertido en aquello que tanto rechazamos, sin siquiera darnos cuenta. Ser o no ser, no debería ser siquiera una cuestión hoy en día. Seamos de una vez por todas, sí, seamos.
Secundo amablemente espera que algún sonido lo saque de su ensimismamiento. Qué placer más grande el de sumergirse en el mundo de los pensamientos y sentirse a uno mismo. Aquel Yo absolutamente puro, tal cuál es, sin máscaras ni censuras. Él es su propio filósofo y psicólogo, su alumno y profesor, su duda y respuesta, su Él. Disfruta llevando las conversaciones a un nivel superior y haciendo escuchar sus ideas, incluso sabiendo que no serán tan bien comprendidas como él las comprende. Y sueña con que su imaginación sea una realidad. Pero sólo soñar es para los que portan en su mano una bandera blanca, no para él. Este individuo siente el convencimiento de que puede transformar su pensamiento y su imaginación en algo corpóreo o que pueda ser percibido. Empero, hay ocasiones en las que sus deseos son interceptados por su compañero, aquel formado por látex y circuitos electrónicos.
¿Cómo es posible que dos posiciones tan diferentes en todos los aspectos, deban compartir prácticamente todo? Porque si esto no sucediera, el juego perdería su gracia, y uno carecería de iniciativas para transformar, en diferentes niveles, nuestra realidad ¿Qué es ser malvado, si no existe lo bueno? ¿Quién podría ser valiente, si no existiera el cobarde? ¿Qué es el número dos, sin el uno? ¿Y qué placer existiría en aprobar, al no existir el desaprobar?
¿Quién se esconde tras aquél velo de enigmas que envuelve al segundo individuo? “El Prócer”, alegaría el historiador, “El Descubrimiento”, exclamaría el científico, “Usted”, deseo yo, “¿Yo?”, se pregunta usted.
“Un ideal es más poderoso que cualquier producto de látex o circuito electrónico”

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